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Bandalos con Bono en Madrid: «Surrender»

Bandalos con Bono en Madrid: «Surrender»

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La cita fue el 28 de noviembre de 2022, en el Teatro Coliseum de Madrid. Nuestra ubicación: Línea 2, silla 22. Al frente, a solo 2 metros de distancia, Bono, el líder de la banda irlandesa U2

La excusa: el lanzamiento de su libro «Surrender. 40 canciones, una historia». Pocos medios presentes, quizas se podían contar con los dedos de una sola mano: Identificamos solo a los españoles El País, La Vanguardia y El Mundo. Junto a Bandalos también estuvo Rolling Stone.

La velada fue un regalo para las pocas 1.400 personas que disfrutamos del ídolo a escasos metros, sin los artificios habituales de la banda más grande del planeta. 

No estaban las enormes pasarelas, las pantallas de TV ni el impresionante espectáculo que adorna los recitales de U2. Tampoco estaban los otros tres miembros de la banda, Larry, Adam y The Edge. Solamente Bono, una silla y una mesa. El concierto más atípico del artista dublinés. 

La organización prohibió el ingreso de celulares y cualquier toma de fotografías, videos y audios. La promesa de recibir nuestros libros con el preciado autógrafo, fue incumplida. Solo el libro y el imponente artista a pocos metros.

Esto era lo importante. Vinimos a ver y a escuchar a Bono confesarse. Las dos horas se repartieron entre monólogos y canciones acompañadas de un violín. La obra escénica es un recorrido por la intimidad de Bono y algunas de sus 40 canciones selectas. Curiosamente, no están «40» ni tampoco «Surrender». Es el genio del artista y su subversión creativa.

Out of control: Su primer single, cuando el artista tenía 18 años. Era el año 1978, el año en que su padre compra la primera televisión a color y puede ver por fin, el color verde del césped del Old Trafford y la camisa roja de George Best. Tituló la canción así, «Out of control», influenciado quizás por el «Crimen y Castigo» de Dostoievski, en que confiesa que los momentos mas importantes de nuestras vidas, son el nacimiento y la muerte. Le pareció que «era la clase de actitud tipo «a la mierda el universo» que requiere una gran canción de punk rock».

Iris: Imposible sustraerse al relato de la temprana muerte de su madre, Iris, víctima de un aneurisma en el funeral de su abuelo y cómo su nombre, Iris, desapareció por completo de su casa para acallar el dolor, aunque su presencia comenzara a asomar inconscientemente en muchas canciones.

Desde entonces, surge una relación tensa e intrincada con su padre: «La mejor manera de hacer que alguien se convierta en una estrella del rock de estadios es a la irlandesa: que tu padre te ignore y luchar desde entonces por cantar cada vez más alto para que te oiga». 

October: Para ser alguien que pasaba tanto tiempo en el futuro, Edge siempre llevaba algún hondo en su pasado dentro del alma, con gran probabilidad un pueblo oscuro de la Gales metodista. Su padre era ingeniero y su madre maestra de escuela. Ambos practicantes, cantaban himnos y, en Gales, cantar himnos puede compararse con el rock en un estadio. «October» contiene la fuerza sutil de Edge, el dolor de su soledad, ese anhelo por encajar. La canción se convierte en el espacio para meditar sobre lo efímero.

Sunday Bloody Sunday: Todos los instrumentos musicales son útiles para amar y exhortar. Solo uno es esencial para la guerra. El tambor. El tambor es una piel fina tensa sobre un volumen hueco, casi siempre de madera, que lo convierte en terrenal y atractivo. Como una bofetada sin dolor. «No quiero estar en guerra jamás con Larry Mullen, pero tampoco quiero ir a la guerra sin él». La canción llegó después de la muerte por huelga de hambre de Bobby Sands el 5 de mayo de 1981. Sands era un alma poética que argumentaba con su vida que el IRA estaba luchando en una guerra y que los combatientes encarcelados merecían el mismo estatus que cualquier prisionero de guerra, como el derecho a no tener que ir vestidos como presidiarios. Estos paramilitares no tenían apoyo mayoritario ni al norte ni al sur de la frontera, ni siquiera en la minoría católica del Ulster. «Esta no es una canción rebelde!». En Red Rocks, Colorado; apareció el momento oportuno para proclamar que la banda no estaba dispuesta a que su canción fuera utilizada para prolongar el sufrimiento de gente inocente como la que había perdido la vida en un día oscuro de enero.

Bad: La familia vecina de su casa de infancia eran los Rowen. La familia Rowen. El 17 de mayo de 1974 hubo una huelga de autobuses. Ya estaban todos en casa cuando las calles de Dublin que rodeaban Dolphin Discs saltaron por los aires a causa de un carro bomba en Talbot Street. Aquél día Bono esquivó una masacre. El hijo menor de los Rowen, Andrew, no pudo esquivarla. Su padre encerró a Andrew en la furgoneta familiar, mientras él se dedicaba a rescatar a distintas personas de los estragos. Andrew observó horrorizado los cuerpos desmembrados que lo rodeaban. A los 20 años era adicto a la heroína y dormía al raso en las calles de Londres. «Bad» está dedicada a Andrew.

Bullet the blue sky. En la pesadilla que era Centroamérica a mediados de la década de los ochenta, en Nicaragua había una revolución que muchos, en Estados Unidos, temían que pudiese extenderse al norte. Temían que la frontera con México quedase desprotegida y fuese tomada por Marx y Lenin. Cerca, El Salvador parecía confirmar esta paranoia y, con mentalidad de la Guerra Fría, Estados Unidos apoyaba a su junta militar. Bono vio de cerca la violencia en El Salvador, durante una misión con una ONG estadounidense a favor de los derechos humanos. Muertos y masacres. Nada muy lejos a lo visto en su natal Dublín. A su regreso a Irlanda, contó a los miembros de la banda lo que había visto. Edge imitó el ruido de los cazas volando bajo, Larry el ruido del suelo al temblar, y Adam el estruendo de la bomba con su bajo. «Bullet the blue sky» se convirtió en el lienzo de su mural centroamericano.

Where the streets have no name. En un viaje a Etiopía surge del cuaderno de notas «Where the streets have no name». Bono quiere hablar de otro país, del país de su imaginación. Es una canción espiritual, una canción que conecta con Dios. Si la letra nació en una Etiopía arrasada por la hambruna, tanto más raro es que, 15 años después, una compañía automovilística ofreciera 23 millones de dólares por utilizar «Streets» en un anuncio. Era demasiado dinero pero lo rechazaron. Su buen amigo y defensor Jimmy Iovine les dijo: «Pueden aceptar, pero tendrán que prepararse para que les digan: «Escucha, no es la música de Dios…, es la música de ese anuncio de coches».

The Fly. Sea real o imaginaria, sexual o espiritual, la infidelidad es una cuestión que no puede pasarse por alto. «The Fly», el primer sencillo de Achtung Baby, no era solo imagen de la insignificancia de un hombre en comparación con su libido no confesada, sino un reconocimiento de molestia que esa libido puede llegar a ser. Aquí el sexo es el espray matamoscas y la Mosca sabía lo serias que pueden ser las tonterías, porque la Mosca entiende el humor como un arma, sabe que los cómicos tienen mas oportunidades que los cantantes de decir las cosas que nadie quiere escuchar. La llamativa portada tecnicolor de Achtung Baby ofrecía un marcado contraste con la estética monocromática de los álbumes anteriores. Era la época de Nirvana y Pearl Jam. Las canciones de Kurt Cobain sonaban como peleas, mientras Eddie Vedder hacía cirugía a corazón abierto. «¿Tan poco sincronizados estábamos con el espíritu cultural de la época? Si, así era».

La telerrealidad que entraría en el caos articulado de ZOO TV no estaría controlada ni editada. De la gira londinense surge «The Ground Beneath Her Feet», una pista escrita con Salman Rushide, que apareció en público después de varios años en ZOO TV en el estadio Wembley. Después de su publicación de «Los versos satánicos«, el ayatolá Jomeini dio permiso a todos los musulmanes de matar a Rushide y a sus editores por blasfemar al islam, lo que provocó la aparición de otro personaje en el escenario: Mr. MacPhisto, el mismísimo diablo.

La fricción del arte con la vida real… y con las amenazas de muerte reales.

Until the end of the world. En el metro de Kiev, Ucrania; a mucha profundidad bajo tierra, un bunker nuclear construido por los rusos en los años sesenta y junto a Edge, la banda local Antytila y el cantante Taras Topolia. Ahora todos son soldados. «Todos estamos acostumbrados a ver líderes mundiales que resultan ser comediantes» (quizás una referencia directa a Volodímir Zelenski), «pero es una revelación ver que también ocurre lo contrario». Treinta años después de que U2 participara en Kraftwerk, un concierto antinuclear de Greenpeace para protestar contra la planta de Sellafield en el Reino Unido, la verdad incómoda puede ser que la propia división del átomo que hizo del uranio un material fisible para convertirlo un arma y que amenazó con extinguir a la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial, puede ser hoy un peldaño necesario para evitar nuestra extinción definitiva.

City of Blinding Lights. Antes de los vuelos transatlánticos, cuando los irlandeses dejaban su hogar para ir a Estados Unidos, era como una muerte. Nunca se les volvería a ver. Y, sin embargo, renacerían en esta tierra de promisión. Pero ¿sigue perteneciendo Estados Unidos a todo el mundo? ¿Pertenece siquiera a muchos estadounidenses? Muchos hombres negros estadounidenses, por ejemplo, no se sienten en casa. Ni siquiera aunque esta haya sido su casa durante cuatrocientos años, desde que a la fuerza trajeron a sus antepasados para llevar la carga del hombre blanco. Estados Unidos es una canción inacabada y que aún no ha sido grabada. Para muchos estadounidenses, aún no existe. Y, sin embargo, tal vez sea una inspiración; tal vez Estados Unidos sea la gran canción que el mundo aún no ha escuchado.

Son 40 canciones y millones de microhistorias que se entremezclan con la voz del genio. Como lo dice su propio editor, «Surrender» es, por encima de todo, una historia de amor escrita a Alison Stewart, su mujer, quien aparece en las escenas mas determinantes de este drama.

La velada finalizó con una interpretación a capella de la pieza napolitana Torna a Surriento, que su padre escuchaba en la voz de grandes tenores.

* Todas las ilustraciones son autoría de Bono ©. «Surrender, 40 songs, one story».

** Extractos tomados de «Surrender, 40 songs, one story», Bono, Penguin Random House, Barcelona, 2022.

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