Episodio 4: «Crónica de un presente anunciado»
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El Legado de Lara
Con motivo del estreno del documental «Lara, el hombre que intentó salvar a Colombia» de la cineasta inglesa Mags Gavan, Bandalos ofrece una serie de artículos que recorren la vida y la lucha de Jorge Lara, a través de charlas y entrevistas de nuestra periodista Guylaine Roujol con el tercer hijo del Ministro de Justicia asesinado en Bogotá el 30 de abril de 1984. Encuentros que tuvieron lugar en Bogotá y París, en 2021 y 2022, el último cinco semanas antes de su fallecimiento, el 9 de marzo de 2022, en la capital francesa.
Episodio 4. Crónica de un presente anunciado
Después de dos años en un internado en Inglaterra, Jorge se había mudado en Francia, donde terminó el liceo en Paris y se graduó como Administrador de Empresas. Trabajó en varios oficios antes de regresar a su tierra natal en 2009. Allí, se topó con una amarga realidad: después de 25 años de exilio, la Colombia que descubría se parecía extrañamente a la que su padre había pronosticado. Corrupción, desigualdad, desplazamiento por la violencia, pobreza, narcotráfico, zonas enteras a manos de grupos armados…
Empezó a recorrer el país. El interés de Jorge para que se haga una investigación digna de ese nombre sobre el asesinato de su padre - ya que las dos penas de prisión impuestas no constituyen en modo alguno el resultado de una indagación sobre el magnicidio del ministro de Justicia – fue todo un proceso. “Van más de 20 años en esta vuelta. Primero entender el caso, después entender el país, después entender la problemática, después entender la situación jurídica y entender que uno no puede dejar esto así porque es mi ADN” me reveló Jorge en Bogotá, un mes y medio antes de fallecer.
Jorge era muy pragmático. Para “entender el país y su problemática”, vendió su apartamento y su carro, y compró una van blanca de modelo Transporter de Volkswagen, matriculada en Mosquera (Cundinamarca).
En la parte trasera, arregló una cama donde dormía cuando estaba de viaje. El resto del tiempo iba en una cabaña en Suesca, un pueblo de aproximadamente 20 000 habitantes, a unos 60 kilómetros de Bogotá, su campamento base. Le encantaba la calma del campo, la belleza de la naturaleza y de los paisajes, algo de soledad. Desde allí, iba a visitar con frecuencia sus amigas Lina y Carolina que contribuyeron a que el documental siguiera su curso después de su muerte y que constituyeron la fundación que lleva su nombre.
Un patrimonio social e intelectual
Esta necesidad de estar conectado con lo que está sucediendo en el país, seguramente la heredó en parte de su padre y del ejemplo recibido cuando todavía estaba en la edad de los dulces. A los 6 años y medio, Jorge ya había ingresado en una cárcel. Fortaleció más adelante su credo: la educación y la igualdad de oportunidades son las claves para combatir la delincuencia y las cárceles también deben tener una función reparadora. “La idea es que las personas encarceladas salgan mejores, no peores” observaba.
Rodrigo Lara a veces llevaba a su familia, esposa e hijos, a sus giras en los pueblos. No estaba desconectado de la realidad social de las comunidades. Quizás porque no provenía de la élite colombiana, la misma que puede pasar toda su existencia sin tener la mínima idea de lo que viven las clases trabajadoras. La decisión de Jorge de vender su departamento y su auto para emprender una gira indefinida por Colombia, en una forma de homenaje consciente o no, viene del mismo deseo de comprender el país y lo que allí sucede, para no dejarse envenenar por informaciones falsas torcidas por intereses económicos o políticos.
Así fue como Jorge se posó como migrante para percibir las dinámicas y las dificultades que enfrentan quienes cruzan el Tapón del Darién. Se había hecho pasar por cubano para vivir la experiencia como la conocen cientos de miles de suramericanos, a merced de las mafias, arriesgando sus vidas.
“Viajo a todos lados donde nadie va”
Sus viajes en un país con tantas zonas peligrosas, especialmente de noche, lo exponían a inmensos riesgos. Con su fe en la humanidad y al mismo tiempo un total abandono ante su destino, siempre siguió adelante. Nunca se habría rendido. Ni siquiera en el Cauca, cuando intentaron quemarlo vivo en su van.
“Llevo 12 años dando conferencias por la paz en cárceles, universidades, barrios, barriadas, zonas campesinas, ministerios, presidencias, empresas, y las que más me gustan personalmente son en los centros carcelarios y en los barrios, donde la problemática está muy grande, porque es ahí donde he visto cambios reales con mi amigo Juan Pablo. Hemos visto gente dejar las armas delante de nosotros y abrazarse entre bandas rivales. Uff, eso es mejor que un orgasmo” me expuso con su talento como orador.
Esas experiencias le hicieron comprender que lo que decía su padre era de alguna manera la crónica de un presente anunciado. Un inmenso sentimiento de injusticia lo invadía. La injusticia hacia los más pobres, los que viven en invasiones, en barrios marginados, los drogadictos que sobreviven cerca del canal de aguas residuales bajo cualquier puente de las ciudades… “Viajo a todos lados donde nadie va” me había afirmado en francés durante una de nuestras charlas.
Llegó incluso a ser contratado en un laboratorio de cocaína en el Nariño. Había visto con sus propios ojos cómo era la esclavitud moderna. “El problema con la cocaína de fiesta es que quienes la consumen no ven toda la miseria que implica producirla” había comentado en una entrevista que me dio en francés en febrero de 2022.
Detrás de la cocaína de fiesta, mucha miseria
¿Cómo luchar en contra del narcotráfico? “Invirtiendo en pedagogía, en salud, en prevención, en comunicación, reformando la justicia, poniendo jueces que sí sepan cómo tratar la problemática del narcotráfico, y estudiando nuestras leyes para entender realmente qué es lo que vamos a hacer con el tiempo para llegar a una legalización” opinaba Jorge.
“Hoy en día, toda la zona de Nariño está inundada de cultivos. Si a los dueños de esos pequeños laboratorios se les proponen de tener un cultivo de marihuana medicinal, pero con salarios adecuados, con una situación donde no están exponiendo a su familia, a químicos todo el día, donde saben que no van a venir a quitarte eso porque es legal, donde van a pagar sus prestaciones, donde van a tener salud…. Te miran con una sonrisa de oreja a oreja y te dicen que sería genial.”
Durante la pandemia, se quedó atrapado en el campo colombiano varias semanas. ¿Quizás bebió agua contaminada allí? Es sólo una suposición. Lo cierto es que varios meses antes de su muerte, el físico de Jorge parecía haberse deteriorado. Perdió peso y lo vi primero delgado, luego, unos meses después, más flaco aún, su tez y su cabello estaban cada vez más apagados y cansados. Lo único que no pareció cambiar fue su energía para sus luchas, aún intacta. La última vez que lo vi, cinco semanas antes de su muerte, estaba convencida de que estaba enfermo.
Tal vez había recibido de su padre la noción de compromiso. Rodrigo Lara podría haber dejado el ministerio antes del 30 de abril. Pero no lo hizo, planificando su salida hacia el 20 de mayo de 1984, para para no dejar unos trabajos en curso. No quitar su puesto antes de completar esta misión podría haberle costado la vida. Por su parte, el estado físico de Jorge parecía deteriorarse desde hacía meses. ¿Consultó un médico antes de venir a Francia? Quizás descuidó este aspecto de su vida, porque sólo importaba su misión. Todo quedó relegado para más adelante. Menos la investigación sobre la muerte de su padre.
Valiente
Sin prejuzgar la valentía y los valores de su madre, podemos decir que Jorge fue valiente como su padre. Rodrigo Lara Bonilla denunció a Escobar, la infiltración del dinero del narcotráfico en el fútbol, en la política. También estuvo el episodio de Tranquilandia, cuando, tras el desmantelamiento del enorme complejo narco en los Llanos del Yarí en el sur del país, se incautaron helicópteros. Entre ellos, el famoso Hughes 500, de matrícula HK 2704 X de Aerofotos Amórtegui Ltda, empresa a la cual estuvo vinculado Alberto Uribe Sierra, padre del expresidente Uribe.
En una carta fechada el 10 de abril de 1984, dirigida al responsable de la aeronáutica civil, el ministro de Justicia solicita “la cancelación del permiso de operación y la revocación del certificado de carencia de informes aeronavegabilidad por tráfico de estupefacientes para los propietarios de las aeronaves.” ¿Será que firmó allí su sentencia de muerte? Sus últimos momentos de vida transcurrieron en un clima de zozobra por el alto nivel de amenazas.
Del mismo modo, Jorge señalaba públicamente como cómplices por acción u omisión en la muerte de su padre a un ex presidente de Colombia, a actuales políticos, a quienes continuaron ocupando cargos de alto valor honorífico sin merecerlo según su concepción. Muchos estarían aterrorizados por algo menos que eso. Cuando concedió una entrevista en un periódico nacional francés en París, el vídeo publicado duró 6 minutos, pero Jorge desplegó el hilo de su historia durante una hora, sin saber de antemano qué se retransmitiría o no. Como el valiente que era.
Indignación
También había heredado de su padre el sentido del humor, incluso en medio del drama, ilustrando a la perfección la cita del escritor francés Boris Vian: “El humor es la cortesía de la desesperación”. Así lo refleja el documental de Mags Gavan en varias ocasiones. Otro punto en común, padre e hijo fueron líderes que expresaron sus pensamientos sin rodeos. Rodrigo en sus discursos, Jorge en las entrevistas. Dos excelentes oradores.
Durante nuestro tercer encuentro, Jorge me llevó al lugar donde ocurrió la tragedia el 30 de abril de 1984, como lo hizo para la grabación del documental “Lara”. Nos detuvimos frente al monumento dedicado a su padre. Lo habían camuflado bajo unas sábanas blancas y sólo podía distinguir su forma.
Unos días antes, Jorge había escrito a la alcaldía para manifestar su indignación al ver este monumento en tan mal estado. Había avisado que en breve vendría una periodista extranjera a filmarlo… Tomamos la avenida Rodrigo Lara Bonilla, aunque pocos saben que se llama así en Bogotá, y nos dirigimos hacia la casa de ladrillos rojos donde su chofer había considerado oportuno llevárselo en lugar de trasladarlo al hospital…
“Lo dejaron abandonado”, dijo Nancy Restrepo de Lara en una entrevista con Cambio con motivo del 40 aniversario de su muerte, en referencia a los últimos días del ministro. Jorge también sentía una profunda sensación de abandono cuando me mostró el monumento, y me contó sobre la investigación estancada. Abandono, injusticia y en ocasiones disgusto. Como el día en que supo que su abuelo paterno, fallecido en 1974, todavía estaba inscrito en el censo electoral. “Creo que la estrategia es que tenemos que hacerlo cada día peor. Así de simple…” me comentó.
Continuará en el Episodio 5 : Un asesinato sin resolver