¿Debe Europa dejar de financiar la guerra de Putin?
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¿Es correcto que los países europeos sigan pagando a Rusia mil millones de euros (1100 millones de dólares) al día por energía, sabiendo que al hacerlo financian la guerra rusa de agresión contra Ucrania?
MELBOURNE – El mes pasado, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski dijo que los países europeos que siguen aprovechando la energía rusa se están «ganando el dinero con la sangre ajena». Dio a entender que las enormes sumas que recibe Rusia por sus exportaciones de gas y petróleo la eximen de tomarse las negociaciones de paz en serio. Mijaíl Jodorkovski, ex director ejecutivo de la petrolera rusa Yukos, que ahora está en el exilio, dijo a la BBC que un embargo a los hidrocarburos rusos sería un fuerte golpe para el presidente Vladímir Putin, que lo haría «perder más de la mitad de sus ingresos».
Pero no hay en vista una interrupción inmediata de las importaciones. El comisario europeo de asuntos económicos, Paolo Gentiloni, sólo dijo que la Unión Europea reducirá su dependencia del gas y del petróleo rusos a la tercera parte a fines de este año, y a cero en 2027. Y aunque Alemania, mayor comprador europeo de energía rusa, adelantó al fin del verano europeo el plazo que se había fijado a fin de año para dejar de importar petróleo (manteniendo la importación de gas), es posible que aun así sea demasiado tarde para ayudar a Ucrania.
En Polonia, donde hasta el momento hay casi tres millones de refugiados ucranianos (en su mayoría mujeres y niños), el gobierno se mostró vacilante; al principio pidió un embargo europeo al gas y al petróleo rusos, y después votó en contra. Lo único que los salvó de la hipocresía fue la decisión unilateral de Rusia de cortar el suministro a Polonia y a Bulgaria, por ser países «no amistosos» que se negaron a pagar las importaciones de gas en rublos. Estos países ahora tienen una oportunidad de mostrar al resto de Europa que la vida puede continuar sin el gas ruso.
¿Qué grado de perjuicio deben aceptar los europeos? El Wall Street Journal citó hace poco una declaración del analista de commodities Giovanni Staunovo (UBS Group AG): «Un embargo total de la Unión Europea al petróleo ruso sería como decir que mañana te vas a recortar el salario un 40% y tendrás que seguir viviendo como si nada hubiera pasado».
Pero, ¿por qué deberían los europeos seguir viviendo como si nada hubiera pasado? Rusia invadió Ucrania y obligó a once millones de personas a abandonar sus hogares, entre ellos cinco millones que huyeron a otros países. Es posible que a no menos de medio millón de ucranianos se los haya deportado a Rusia a la fuerza. Mariúpol, que hasta hace poco era una ciudad pacífica con una población de más de 400 000 personas, quedó totalmente destruida, y muchas otras ciudades han sufrido importantes daños. Miles o tal vez decenas de miles de personas (civiles y miembros de las fuerzas armadas ucranianas que defendían a su país) han muerto, y hay muchos más heridos. Hay pruebas convincentes de que soldados rusos cometieron crímenes de guerra, entre ellos asesinatos, torturas y violaciones.
Los países europeos podían responder a la clara violación rusa de la Carta de las Naciones Unidas declarando la guerra a Rusia y usando sus propias fuerzas armadas para apoyar la resistencia ucraniana. En vez de eso, eligieron la opción menos arriesgada de imponer sanciones económicas y enviar armas a Ucrania. Ver las sanciones como una alternativa a la acción militar pone en perspectiva los sacrificios que es razonable esperar de quienes están pagando a Rusia la energía que usan. Si dejar de usar la energía rusa supone un padecimiento económico ¿es tanto pedir?
Además, el sacrificio no sería puramente altruista. En la guerra en Ucrania no es sólo Ucrania lo que está en juego. Hace poco un comandante ruso declaró que «el control del sur de Ucrania es otra vía de acceso a Transnistria, donde también se dan hechos de opresión de la población rusoparlante». Transnistria es una región separatista de Moldavia. Supuestos «hechos de opresión» de la población rusoparlante fueron, por supuesto, el pretexto para la invasión rusa de Ucrania. Podrían volver a plantearse en varios países que formaron parte de la Unión Soviética y cuya población incluye personas que hablan ruso. De modo que Ucrania es la vanguardia de la resistencia al intento de Putin de restablecer el dominio ruso sobre regiones que estuvieron bajo dominio soviético y, antes de eso, de los zares rusos.
Si ante la aparente superioridad numérica de las fuerzas rusas invasoras los ucranianos se hubieran limitado a deponer las armas (como al parecer esperaba Putin), Estonia, Letonia, Lituania y Polonia hubieran tenido que preocuparse por su propia seguridad. Y como todos ellos son miembros de la OTAN, el costo de su defensa hubiera recaído en todos los países integrantes de la alianza. Para los ciudadanos de estados miembros de la OTAN, tomar todas las medidas posibles (sin llegar a una guerra declarada) para que Rusia no conquiste Ucrania no es ni siquiera un sacrificio altruista. Es una inversión a largo plazo, para sí mismos y para sus hijos, en libertad, en democracia y en el Estado de Derecho internacional.
El imperativo moral de no seguir pagando a Rusia dinero manchado de sangre también es una oportunidad para que los países europeos cumplan los compromisos que formularon en 1992 en Río de Janeiro para evitar un peligroso cambio climático antropogénico. Lesia Vasilenko, presidenta de la subcomisión del parlamento ucraniano para el clima, ha sugerido que las devastadas industrias ucranianas deberían reconstruirse con nuevas tecnologías que les permitan funcionar con energía limpia. La UE ya tiene una razón adicional para acelerar el cronograma de conversión de Europa en el primer continente con neutralidad climática.
* Peter Singer, Professor of Bioethics at Princeton University, is Founder of the nonprofit organization The Life You Can Save. His books include Animal Liberation, Practical Ethics, The Ethics of What We Eat (with Jim Mason), Rethinking Life and Death, The Point of View of the Universe, co-authored with Katarzyna de Lazari-Radek, The Most Good You Can Do, Famine, Affluence, and Morality, One World Now, Ethics in the Real World, Why Vegan?, and Utilitarianism: A Very Short Introduction, also with Katarzyna de Lazari-Radek. In April 2021, W.W. Norton published his new edition of Apuleius’s The Golden Ass. In 2013, he was named the world’s third «most influential contemporary thinker» by the Gottlieb Duttweiler Institute. Traducción: Esteban Flamini.
**Artículos de Peter Singer son publicados con autorización de Project Syndicate.