Música Maestro
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Cuando uno visita Colombia, quizás lo que más le impresiona es el constante sonido de música dondequiera que vaya. Sea en un taxi, un bus, un restaurante, una cafetería, sean las 5 a.m. o las 10 p.m., hay música en todos lados y muchas veces a alto volumen.
Viviendo en los Estados Unidos, esto no es tan común, y me impresionó la importancia de la música en la cultura cotidiana en Colombia. Pienso que es como una inyección de energía, de alegría, que hace que uno olvide su día a día cuando su mente sigue la letra de una canción. A pesar de la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades laborales y de educación, es como un motor invisible que mueve a la gente.
Un programa popular en Colombia se llama La Voz. En el programa, salen niños de varias edades con un talento infinito, que van siendo escogidos para diferentes equipos; compiten y hasta que haya un ganador. Desde La Guajira hasta Tumaco, desde los Llanos hasta Medellín, niños cantan con tranquilidad y energía, y es contagioso tanto amor a la música. Es imposible votar por unos o por otros; uno quiere que todos ganen.
Uno sabe muy poco de Colombia en las noticias, que generalmente solo se refieren al país por el problema de las drogas o, ocasionalmente, por su desempeño en el fútbol o el ciclismo. Pero en realidad, es un país de mucha riqueza musical que ha contribuido y sigue contribuyendo al mundo. Va mucho más allá de Shakira, Maluma o Carlos Vives. Yo diría que el talento tocando guitarra, acordeón, componiendo música, está desperdiciado y escondido.
Sería maravilloso que el Ministerio de Cultura motivara el desarrollo local de ritmos ancestrales y contribuyera con becas que fomentaran el arte. Por ahora, esto es muy limitado, y el talento tiene sus dos minutos de gloria en un programa de televisión que muestra, como la punta del iceberg, la diversidad de música y talento en el país.