¿Por qué fracasan los países?
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¿Por qué fracasan los países?
James Robinson: Porque el proceso político genera instituciones económicas que no crean incentivos adecuados u oportunidades. Lo que decimos en nuestro libro es que, para tener éxito económico, se requiere de una economía organizada de manera que cree incentivos y oportunidades para la mayoría de la gente en la sociedad. Y que eso ocurra depende de cómo funciona el sistema político. Es decir, depende de las instituciones políticas. Es realmente un problema político el de crear las instituciones económicas que generan prosperidad. Pero, como enfatizamos, hay muchos problemas políticos que interfieren en la creación de una sociedad inclusiva, lo que llamamos instituciones económicas inclusivas, que es lo que se necesita para progresar.
¿Es decir que la vigencia de derechos políticos es un requisito para el progreso económico?
J.R: Sí, pero no solo de los derechos políticos. Nosotros ponemos énfasis en dos cosas respecto a las instituciones políticas: una es una amplia distribución del poder político en la sociedad, y la otra es lo que llamamos centralización política. Así que también necesitas tener un Estado centralizado eficaz. De manera que hay dos elementos.
¿Qué debe hacer un país para desarrollar estas instituciones inclusivas? O, dicho de otra manera, ¿por qué tantos países se quedan atrapados con instituciones extractivas y les cuesta mucho salir de ese esquema?
J.R: Creo que son los enormes beneficios para las élites que controlan las instituciones extractivas. Colombia, por ejemplo, es un país bastante pobre y es extremadamente desigual. Es un país que cuenta con varios elementos de instituciones extractivas: derechos de propiedad que no están bien definidos ni son del todo seguros, y bastantes monopolios. Pero a la gente rica le va muy bien en este sistema. Colombia es el país más desigual de América Latina. Entonces ellos no tienen un incentivo para cambiar. En cualquier sistema extractivo hay algunas personas con poder a las que les va muy bien así. A menudo ese es un gran impedimento para cambiar.
Cuando cambia la élite política en países con instituciones extractivas, ¿la nueva élite tiende a modificar o a mantener las instituciones políticas?
J.R: Depende. Lo que hemos dicho en el libro es que el cambio institucional generalmente sucede a través de conflictos. Pero una nueva élite política no necesariamente lleva a que se creen mejores instituciones. Por ejemplo, nosotros hablamos de esa idea llamada la ley de hierro de la oligarquía, que es cuando las instituciones extractivas se mantienen y solo cambia la gente que está en la cima o la que se beneficia del sistema. En el libro analizamos qué puede llevar a cambios de las instituciones.
Una alternativa viable es una amplia coalición de gente heterogénea que desafíe al poder. Lo que necesitas es una amplia coalición.
En el libro ustedes dicen que la siguiente manera de pensar sobre cómo resolver los problemas de la pobreza es incorrecta: «Si la ignorancia nos metió aquí, líderes y políticos iluminados y bien informados nos pueden sacar y deberíamos tener la posibilidad de diseñar (engineer es la palabra que utilizan) la prosperidad». ¿Por qué no es posible diseñar el camino a la prosperidad?
J.R: Por las barreras políticas. La mayor parte del estudio de la economía se desarrolla sobre el supuesto de que la política es irrelevante y que todo es cuestión de elaborar una política pública inteligente. Pero no creo que eso sea correcto. Todos sabemos qué se requiere para que un país pobre se vuelva rico.
La mayor parte del estudio de la economía se desarrolla sobre el supuesto de que la política es irrelevante y que todo es cuestión de elaborar una política pública inteligente. Parece muy simplista.
No creo que la cultura sea un impedimento al desarrollo económico. Estoy seguro de que en ciertas partes de América Latina la gente no respeta la ley. Pero eso ocurre por la forma de operar del Estado, porque el Estado es clientelista, porque así está organizado el poder. No es por la cultura; es simplemente por la manera en que las instituciones políticas funcionan. Esa es la manera que permite dar favores a la gente e intervenir de forma discrecional.
Cambiando de tema, ¿cuáles cree que son los principales desafíos que enfrenta América Latina en la actualidad?
J.R: Creo que los desafíos son distintos en cada país. Por ejemplo, en Colombia el desafío es el Estado. El Estado es disfuncional; no es capaz de proveer infraestructura básica. Las vías son terribles en Colombia; las vías son mejores en Ecuador o incluso en Honduras que en Colombia. El Estado no garantiza el orden ni provee servicios en muchas partes del país. Así que el Estado es muy débil. Y, además, el poder político tiene una distribución muy desigual. Hay democracia en Colombia, pero las elecciones son imperfectas. Hay violencia, asesinatos, compra de votos, intimidación. Entonces, la democracia es sumamente defectuosa.
Otros países tienen problemas distintos. Si te fijas en Chile, por ejemplo, el ingreso per cápita es el doble del de Colombia. ¿A qué se debe? A que tiene un Estado centralizado eficaz, el cual tiene la capacidad de asignar la renta de los recursos nacionales a actividades convenientes. El Estado chileno puede construir vías y escuelas y garantizar el orden. Pero Chile tiene una sociedad extremadamente oligárquica. El 50% de los ministros en el gabinete del presidente Piñera estuvieron en cuatro colegios católicos de hombres en Santiago. El 50% de los presidentes ejecutivos de las cien empresas más importantes de Chile estudiaron en los mismos cuatro colegios. Chile tiene un Estado centralizado eficaz, pero no una sociedad inclusiva, porque las conexiones sociales y los contactos a nivel de la élite son increíblemente importantes para conseguir oportunidades. Si no eres parte del club, no estás en nada en Chile. Ese es un gran impedimento. De modo que esta es una sociedad muy distinta a la colombiana. Y, como dije, sociedades distintas tienen problemas distintos.
Varios países latinoamericanos tienen problemas con las instituciones políticas, con el Estado que no funciona. Piensa en Argentina, donde el Estado es clientelista y donde tienen al partido peronista, que es una especie de máquina política. Existen muchos problemas con la inclusión política en Argentina. Las elecciones están caracterizadas por la compra de votos.
En definitiva, creo que los países de la región tienen distintas combinaciones de problemas con las instituciones políticas y eso se manifiesta en problemas con las instituciones económicas. No soy un experto en cada país latinoamericano, pero mi opinión es que los países de la región, por sus diferentes historias, enfrentan distintas combinaciones de instituciones políticas extractivas y, como consecuencia, instituciones económicas extractivas.