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Alguien voló sobre el nido del cuco

Alguien voló sobre el nido del cuco

Cuota:

O del poder psiquiátrico (hoy neurobiológico)

La segunda película[1] en la historia del cine en alcanzar las cinco grandes categorías de los premios Oscar (mejor actor[2], mejor actriz[3], mejor película[4], mejor guion[5], mejor director[6]) “Alguien voló sobre el nido del cuco[7]– junto con el libro en el que está basada son fuente de la que siguen bebiendo anarquistas, críticos de todas las formas de dominación y manipulación, entusiastas de la libertad y la rebeldía, amigos de la antipsiquiatría y pensadores de las relaciones entre el saber y el poder.

Queremos analizar, a partir de esta película, la tecnología del poder  más nebulosa, inicua, e intrusiva que la razón ha implementado en toda la historia humana (S. XVII-XVIII): los hospitales psiquiátricos, los pabellones de locos o enfermos mentales y esos ámbitos -ya no tan físicos- donde habitan  masas de trastornados, ansiosos, deprimidos y nuevas víctimas de un mundo capitalista despiadado de ganadores y perdedores (exitosos y fracasados), ricos y pobres, feos y bonitos, gordos y fit.  Normales y anormales.

Jan Sanders van Hemessen

El tema que venimos tratando en columnas anteriores es el de la historia del concepto e implicaciones diversas de la “psicopatía”,esto a través de la literatura y el cine.

Los enormes centros de poder-saber (las universidades élite, las multinacionales químicas, la banca internacional, las empresas de seguros, las nuevas compañías que manejan material genético o biológico, etc) están medicalizando todas las áreas del conocimiento con la finalidad de eliminar los costos y externalidades que tiene el uso de tecnologías de poder no causalistas o deterministas como el derecho. 

Para ello varios caminos: rebatir desde la ciencia la libertad humana, entendiéndola como un resultado de procesos causales y encuadrar y capturar todas las manifestaciones humanas para darles una pretendida explicación naturalista que pueda servir para  afectar (modificar, dirigir, manipular) de manera física, eficiente y rápida la conducta humana o el carácter. A cada problema o «deficiencia» su diagnóstico, medicinas y tratamiento.

Basta ver las verdades que elevan como dogmas -desde los círculos del poder antes llamados psiquiátricos hoy neurobiológicos- con los niños: el síndrome oposicionista desafiante para los niños contestarios; el déficit de atención e hiperactividad para los niños inquietos; depresión en todos los niveles para lo que antes era la melancolía y tristeza; síndrome del comedor de uñas; síndrome del homosexual[8]; en los inicios de la psiquiatría tenían la vagancia, la histeria, las perversiones y rótulos para cada manifestación de la conducta humana.  Para cada síndrome una pastilla, un discurso (saber), su literatura (ríos de tinta), sus protocolos de manejo; sus terapias, sus teorías sobre la personalidad y el carácter.  Manías, fobias, filias, parafilias.

A pesar de lo anterior, en materia de verdadero y verificable conocimiento de la mente y/ o el cerebro estamos tan avanzados  como cuando el hombre dirigió hacia las estrellas el primer telescopio para saber del universo.   

El Bosco

Cada día con nuevas afecciones, padecimientos y condiciones suman nombres a la larga lista ya existente que cada año se actualiza. Cada día surge un nuevo síndrome, una nueva condición, una nueva afectación y las cifras de “pacientes” del renovado sistema punitivo y corrector se disparan cada que encuentran un nuevo padecimiento mental.

El ritalín para niños diagnosticas con Déficit de atención multiplica sin cesar sus ventas. Los investigadores de las farmacéuticas se acercan cada día a las drogas a “la medida”, diseñadas para cada cuerpo; todos los años se incrementan en 200% las cifras de niños diagnosticados dentro del espectro autismo; la depresión en todas sus formas tiene sobrecargado el sistema de salud; se critican los ineficientes y costosos métodos de vigilancia y castigo; se reclaman acciones puntuales y científicas para el “crimen”; cada día las personas reclaman más seguridad a costa de sus derechos. Se admite la intromisión sin protesta alguna y por pedido del propio individuo.

Estos sitios (que hacen parte de estas tecnologías del poder), como el de la película, son»casas de muertos” (lo más inhumano creado por la época de la ilustración) o el insondable hoyo negro del sistema disciplinario y punitivo -sea que a este sistema de control se ingrese a reclusión por voluntad o sea por haber infringido la ley penal-

Produce escalofríos pensar siquiera que puedan ser el futuro de todo el sistema punitivo y disciplinario porque son las técnicas más sofisticadas, malignas y misteriosas de control y dominio.

La nave de los locos. El Bosco

 Debemos aceptar que desde que inició la revolución de los derechos y la reforma del sistema penal (garantías, plazos razonables, juicios públicos, cárcel, sistema penitenciario) ha sido constante tener como objeto de estudio no solo a la ley sino a los cuerpos. Aquel que caiga en las redes del sistema (loco, criminal, desadaptado) será escudriñado, investigado y su cuerpo objeto de la ciencia.

Ahora en  en el marco del poder psiquiátrico la situación es mucho más intensa, brutal e inhumana.

Esto último lo decimos desde dos aristas: una es el propio origen de este sistema de control, como lo enseñan por ejemplo Foucault[9] y otros pensadores de muchas disciplinas; otra son las pretensiones actualizadas, arrogantes y sórdidas de algún sector de las ultramodernas neurociencias[10] contra el sistema jurídico y los valores en que se soporta.

Existe por casualidad que 1975, año de la película, fue también el año de la publicación de “Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisión” obra cumbre de Foucault.

Michel Foucault

El relato de la película

Mc Murphy el protagonista de la película (Jack Nicholson) fue rotulado como psicópata en el hospital al que llegó evadiendo el trabajo en la granja prisión a la que había sido conducido por tener relaciones con una menor de 16 años.

Randle McMurphy (Jack Nicholson) el protagonista, un rebelde, inadaptado, pendenciero callejero de personalidad extrovertida había sido trasladado de una granja penitenciaria común y corriente a un hospital para enfermos mentales. Haciéndose pasar por loco (enfermo mental) quiso evadir el trabajo en prisión.  Compartió algunos meses con un grupo de personas sometidas a la disciplina del hospital psiquiátrico y vaciadas por dentro a punta de fármacos y rutinas.

Creyó  McMurphy, tal vez, que evitando la cárcel, en un hospital estaría a sus anchas y resultó que encontró la degradación y la muerte. Le practicaron la lobotomía[11], técnica quirúrgica extendida en los Estados Unidos, o mejor conocida, en ese entonces, como leucotomía de lóbulos frontales.  

Se había convertido en un “peligro” para los demás pacientes (les dio amistad, confianza en sí mismos, felicidad) y había desafiado al poder psiquiátrico representado por la enfermera RATCHED (nada se hacía sin su parecer) y el reducido cuerpo de cuidadores, enfermeras y personal del hospital psiquiátrico.

Algunas metáforas y alegorías de la película

No podía ser para menos ese interés generalizado, porque esta película está cargada de símbolos, metáforas, alegorías, parábolas sobre el poder en esos años en que los jóvenes de Los Estados Unidos estaban explorando y estallando con drogas, con  nuevas y antiguas religiones o cultos, con la música, los conocimientos ancestrales de la naturaleza y querían confrontar a un Estado y un sistema educativo fincado en sus propias razones de obediencia debida y que hacía la guerra a inocentes en Vietnam, terminaba de exterminar a sus indios y sometía a humillación a sus negros. 

Timothy Leary

Los tradicionales moldes y patrones de conducta se quieren romper para liberarse de todas las cargas de una sociedad super industrializada que solo piensa en términos de dominación, control y conquista. 

 Los cuerpos de los pacientes funcionan como objetos de conocimiento y están sometidos a una disciplina. Los pacientes en su disciplina diaria muestran la tecnología política del cuerpo en funcionamiento, pero a pequeña escala; en ese microcosmos del hospital de la película se refleja lo que hace el poder con los cuerpos que controla y con quienes no se someten.  

En la película se definen con claridad los roles que distribuye el poder: los que están dentro y los que están fuera; se observa cómo esta tecnología del poder (cuyo instrumento es el cuerpo) estereotipa a los individuos, les clasifica, les rotula, marca, disciplina, moldea y quiere modificar; se muestran a nivel microscópico los conflictos de los que se adaptan a los rigores del poder y los que pretenden escapar de él.

“Alguien voló sobre el nido del cuco” es una metáfora social en todos estos sentidos. 

Siempre los pacientes o locos en la película eran más (16) que los enfermeros y cuidadores que no pasaban de 3 o 4 personas.  Es que nunca para el poder ha sido necesario tener millones para controlar millones: bastan unos pocos miles de soldados para controlarlos a todos.

Para el poder no ha sido indispensable tener igualdad en número de “soldados” o armas a las multitudes que gobierna y controla; basta con identificar a ese siempre pequeño número que se quiere rebelar, que disiente, que no soporta al poder irrestricto, al que no le gusta obedecer, que se vuelve incómodo, que quiere discutirlo todo, que no se adapta, que viola la ley, que trasgrede las convenciones, que lo desafía y lo reta y que  siempre termina con los huesos en la arena

El poder-saber es eficiente en el discurso y las formas, por ello siempre tiene razones (hasta para manipular unas elecciones[12]). 

Las mayorías, más si están deshumanizadas- lo sabe el poder-son mansas.  No de otra forma se explica que miles de prisioneros en los campos de concentración nazis fueran controlados por unas pocas decenas de soldados.  El asunto era simple en los campos de concentración Nazis, los gulags soviéticos, las cárceles, los manicomios de la época y demás: solo consistía en detectar y eliminar al que soñaba, le gustaba la música, no quería morir mañana, hablaba del futuro, etc.  Eliminar su humanidad. Oscurecer su personalidad.

El arte de la película

En ese hospital de la película no había una sola pintura, la música era parte de la terapia (insulsa); nadie leía; nadie veía siquiera televisión, nunca había alegría. Se muestran el cientificismo y las técnicas del poder bajo los postulados ciertos y seguros de la ciencia. La cultura queda fuera. No toda es conveniente. Hay que evitar el descontrol y la disidencia.

Esta película (atrapado sin salida, alguien voló sobre el nido del cuco) está repleta de símbolos, alegorías[13], mensajes al espectador a través de los colores de su paleta, todos en el blanco hospitalario; el inicio y el final mostrando un paisaje lejano abierto, inmenso como la libertad; la uniformidad de las ropas de los pacientes de la pandilla (McMurphy lleva otros colores siempre) nos da cuenta de lo que significaba pertenecer al sistema de control psiquiátrico del momento (o tecnología del cuerpo); el contraste de todo en blanco con el traje de la jefe Ratched que llegaba al hospital muy puntual a trabajar vestida toda de negro (ya trabajando se le ve de blanco inmaculado), simboliza como si con ella cayera la desgraciada locura sobre estos pobres seres.

Los planos de las reuniones terapéuticas (de los pacientes) frente a Ratched y los conflictos que va surgiendo y subiendo de tono desde la llegada de McMurphy generan un clima de tensión hasta el paroxismo, sin que la razonable RATCHED pierda jamás la compostura.

Ella siempre tiene razones para todo, es de buenas maneras, a todos trata de señor, es suave en su voz, pero permite vislumbrar un ser oscuro que administra el poder sin despelucarse jamás. Ella es el poder representado; Es impasible e insoportable; por su propia calma desesperante.  

Mc Murphy, desde el primer día, empieza a desatar en sus compañeros los pacientes toda su expresividad y a despertar el instinto de libertad (disenso, opinión, oposición) a medida que van pasando las sesiones de terapia en conjunto y tienen aventuras con este desadaptado[14]. En una escena brutal terminan gritando y explotando violentamente aquello atorado: algo tan trivial y absurdo como que simplemente querían unos “malditos   cigarrillos”.   Se desata una pelea nunca antes vista y se percatan los administradores del hospital que los pacientes se están saliendo de las manos por causa de este “peligroso” McMurphy.

Se discute qué hacer con él y RATCHED decide que permanezca allí y no vaya de vuelta a una cárcel. No estaba loco, obvio, pero el sistema siempre tiene que hacer lo que debe hacer. No era aceptable descargarle el problema a alguien más. Lo asumirían.

Mc Murphy casi los resucita a todos; Solo a Mcmurphy el jefe indio Brondem le rebela su secreto: que sí hablaba -que no era sordomudo, que estaba fingiendo- y que soñaba escapar con sus más de dos metros de esa reclusión. Ambos lo querían.

Sin embargo, lo parte más inquietante de la película es ver como el personaje descubre de golpe que lo que creyó un jueguito había terminado en el infierno; tarde se percató que había caído en el hoyo negro del poder. Supo de golpe que ni siquiera había un día determinado para su salida. Supo de golpe que estaba atrapado sin salida.

En los diálogos, varias reflexiones de McMurphy son bien alegóricas, recordamos dos:

La primera cuando Mc Murphy reflexiona sobre sus pasadas peleas callejeras: sostiene que estaba allí en ese hospital   -para dementes -por hacer lo mismo que hacía Rocky Marciano: tirar sujetos a la “lona”. La película expresa esa forma indiscriminada y aleatoria como  atrapa el sistema a cualquiera  y como cualquiera siempre  intenta no dejarse atrapar escapando a sus redes: pobreza, ignorancia, enfermedad y un gran etc. Incluyendo por supuesto el azar. 

Digamos que hace siglos se empezó a desarrollar (s. XVIII) la nueva metodología del castigo; definitivamente fue una evolución de sus técnicas para adaptarse al nuevo poder del sistema económico capitalista naciente y que tiene sus pilares en la conservación y dignificación de los humanos. 

La otra alegoría es cuando compara al hospital con la cárcel para afirmar que al menos en esta se podía ver un partido de beisbol.

El suicidio del más tímido y joven de los chicos del pabellón, Billy Bibbit el tartamudo (que cuando por fin tuvo sexo dejó de tartamudear), marca el final de la película.  El poder -RATCHED- exhibe al final crueldad máxima; dejando la sutileza y las buenas maneras, amenaza a BOBBIT CON revelarle a su madre que había tenido sexo con una prostituta que ingresó McMurphy al reclusorio en esa fiesta única y final. 

La disciplina de este hospital es represión sexual, esclavitud del alma, rodeada de un discurso científico (saber).

Fue en esa fiesta final donde los pacientes de la pandilla trasgredieron todas las normas y de verdad, ahí sí de verdad, fueron locos, muy locos. Tal vez por una sola vez en la vida, pues todos los del pabellón ya eran simples piezas sin carácter y pertenecientes por entero al hospital. Estaban totalmente dominadas y domesticadas.

Muchos de los pacientes de la “pandilla“ eran personas del común, con eso que llaman desajustes, crisis nerviosas, ansiedades, compulsiones y habían llegado por su voluntad. Mc Murphy era entonces el único “criminal” y así podríamos preguntarnos sino era también el único que allí realmente estaba loco.   

Cada uno de los pacientes ya estaba estereotipado como inútil y dependiente absoluto (el color siempre blanco de sus ropas, salvo uno de ellos) hasta que llega McMurphy y pone todo patas arriba. 

La escena final es el jefe indio BROMDEN -luego de matar a McMurphy para liberarlo de su estado vegetal de lobotomizado- desprendiendo un inmenso lavamanos con sus manos (símbolo de la determinación y fuerza que se necesita para liberase de un dominio mental)  para romper las ventanas y salir a correr hacia su libertad.

Esta escena nos dice del esfuerzo descomunal que hay que hacer para liberarse de un control de esta naturaleza. Escapar de un sistema eficiente de control mental es imposible. El individuo y todo él mueren allí.

Las personas luego de este procedimiento de la lobotomía, cuya práctica tuvo como propósito “ayudar” a algunos delincuentes a cambiar su personalidad y por ende sus compulsiones, quedaban con retrasos mentales ostensibles.  Fueron 50000 incapacitados de por vida.

McMurphy por ser peligroso y encasillado en el término psicópata  terminó operado en los lóbulos frontales y vegetal; con la personalidad extirpada; hecho un retrasado que ni esfínteres podía controlar. Todo por desafiar al sistema.

La condición mental de Mc Murphy luego de la lobotomía conmovió a su gran amigo el gigante Jefe indio Brondem. El indio Lo asfixió con una almohada por pura conmiseración tan pronto lo vio llegar del “tratamiento”: era un imbécil que no podía ni sostener la mirada.  Le habían cercenado los dos lóbulos prefrontales por ser un peligro para la institución, los demás pacientes y la sociedad.

Ninguno de sus amigos que lo amaban en el pabellón de los locos, donde estuvo sólo unos meses, debía ver a McMurphy hecho un idiota de mandíbulas babeantes. El jefe indio debió liberar finalmente a McMurphy ahora de su propio cuerpo. Su alma le pertenecía al hospital luego de la lobotomía. 

Esa personalidad que sirvió por un instante de liberación a los locos del pabellón la habían eliminado, la había capturado por completo.

Mc Murphy secuestró un bus para llevarlos a un puerto para ir a navegar y pescar. Despertó en todos los pacientes ansias de vivir; regresó el color de la vida y la fiesta a un frío hospital blanco y aséptico, a pesar de violar todas las normas del hospital. 

Introdujo prostitutas, alcohol, corrompió al celador para armar la fiesta final.

Siempre se enfrentó  a la desalmada y fría Ratched por las normas absurdas del hospital que no permitían a los locos ni siquiera ver un partido de la serie mundial de beisbol; impulsó a sus amigos de la pandilla de locos  a reclamar por sus derechos; demostró a todos sus amigos los pacientes, para los que ya era un líder, que no faltaba un televisor para imaginar la felicidad de un partido de beisbol; hizo volar las mentes de unos seres destruidos por dentro, vaciados de personalidad a punta de fármacos y horarios; los hizo anhelar vivir fuera de los muros del hospital al que ya pertenecían como los muebles o cualquier otro objeto del inventario. Hizo buscar en cada uno para hallar lo poco de humanos que quedaba de ellos; hizo vibrar la energía vital que no pueden apagar químicos, terapías, choques eléctricos, aislamientos y se hizo por ende acreedor al más vil de los suplicios: acabar con su personalidad con la lobotomía.

“Y naturalmente no podemos olvidar el temor que todavía anida en el inconsciente colectivo: las lobotomías frontales. La lobotomía (originalmente llamada leucotomía) fue inventada por EDGAR MONIZ, que consideró que quizás fuera una buena idea ayudar a los delincuentes eliminando sus lóbulos frontales con un escalpelo. Esta sencilla operación corta las conexiones con la corteza prefrontal, lo que a menudo da como resultado importantes cambios en la personalidad y un posible retraso mental.

“Moniz lo probó con diversos delincuentes y descubrió, para su satisfacción, que la operación los calmaba. De hecho, destruía completamente su personalidad (…)

“por desgracia, la operación privaba a la gente de sus derechos nerviosos básicos. El problema fue llevado al extremo en la novela de Ken Kesey, Alguien voló sobre el nido del cuco, en la que el interno  rebelde RANDLE MCMURPHY es castigado por rebelarse contra la autoridad: se convierte en el desafortunado objeto de una lobotomía. La alegre personalidad de McMurphy que había animado las vidas de los otros pacientes del pabellón, pero la lobotomía lo convierte en un vegetal (…)

“las lobotomías frontales, por las que MONIZ ganó el premio Nobel, ya no se consideran un enfoque apropiado para el comportamiento delictivo”[15]

McMurphy representaba en la película ese espíritu de libertad que no se encuentra localizado en parte alguna del cerebro; representa el caos y la incertidumbre que trepidan la vida de los hombres y hace aferrar al individuo a la existencia. McMurphy es la rebeldía, el iconoclasta que no admite encasillamientos o estereotipos; es el outsider que desprecia los convencionalismos; Mc Murphy es el arquetipo de la diferencia contra la fabricación de moldes y el reduccionismo causalista que ve el mundo con datos, cifras y medidas; Mc Murphy es antisistema y el sistema lo avasalla; Mc Murphy es la libertad a la que ningún fármaco ni tesis neurocientífica podrá jamás llegar en su búsqueda de causas y efectos o determinismos.  Mc Murphy fue rotulado como psicópata por su permanente conflictividad y terminó aplastado por el poder psiquiátrico, que en esa época no tan lejana seguía acudiendo a los choques eléctricos, los baños de agua fría, el encierro y las drogas para eliminar toda presunta personalidad rotulada como antisocial o “peligrosa”.

Desde el siglo XIX  en medio del derecho empiezan a pulular las intromisiones metodológicas a la personalidad de los procesados. En efecto, ya los tribunales por la presión social que ejercían los asombrosos y rutilantes avances de la ciencia, empezaba a convocar a peritos (ciencia médica) que translocaron a la administración de justicia[16].

En efecto, ya no era la justicia penal el escenario de constatación de si un sujeto había violado o incumplido una norma, sino su carácter, su forma de vida, sus pensamientos más íntimos, sus intenciones y así se empieza a hablar en los escenarios judiciales de pulsiones, instintos, anormalidades, perversiones o desajustes del carácter.

Empiezan las preguntas que edifican la criminología: ¿por qué se delinque? ¿Para qué se delinque? ¿Quiénes delinquen? ¿Quiénes más fácilmente delinquen? ¿Quiénes son proclives al delito? ¿Quiénes deben ser catalogados enfermos por delinquir? ¿quiénes han delinquido por enfermos? ¿hay alguien que se pueda denominar “el delincuente”? ¿puede ser objeto de conocimiento ese sujeto llamado “el delincuente”? 

¿Podría alguien negar que explicar desde lo normativo lo mental es un absurdo? ¿Se puede objetivar lo subjetivo? ¿Se puede analizar y llegar a conocer a otras mentes desde mi propia subjetividad mental? 

Mediando los grandes movimientos revolucionarios (la gran reforma  del sistema penal), se abandonó el castigo brutal por ineficiente y contrario al nuevo sistema económico (s. XVIII).  A través de la senda del humanismo se sofisticó la punición para hacerla invisible y legitimar a los jueces apartandolos de los menesteres del castigo. Nunca fue que el castigo se haya reducido, simplemente se hizo invisible (encerrado o apartado) y no fue más suplicio espectáculo:

“si ya no es el cuerpo el objeto de la penalidad en sus formas más severas, ¿sobre qué establece su presa? La respuesta de los teóricos – de aquellos que abren hacia 1760 un periodo que no se ha cerrado aún-es sencilla, casi evidente. Parece inscrita en la pregunta misma. Puesto que ya no es el cuerpo es el alma. A la expiación que causa estragos en el cuerpo debe suceder un castigo que actúe en profundidad sobre el corazón, el pensamiento, la voluntad, las disposiciones (…) que el castigo, si se me permite hablar así, caiga sobre el alma más que sobre el cuerpo”.  [17]

Tarde se dio cuenta MacMurhpy el protagonista (Nicholson) que había cometido el peor error de su vida al elegir el hospital mental a cambio de la prisión. Ni siquiera había un plazo razonable, un límite, un día final. 

Cualquier guardián de prisiones, brutal y codicioso de una prisión de las más peligrosas, seguramente no albergaría tanta perversión como la impasible, draconiana y metódica enfermera Ratched.

RATCHED mereció una pésima precuela en Netflix (2022) que lleva su nombre.

Ella, Ratched, es la fiel representación del imperio gélido que se construyó para disciplinar y encerrar a quienes hasta el siglo XVIII vagaban libres por el mundo en naves que iban y venían por los ríos de Europa. la nave de los locos (tantas veces recreada en la literatura y la pintura, como aquella del Bosco).

No se olvide que antes los locos convivían inmersos en la sociedad (historia de la locura en la época clásica), para luego en los siglos XVII y XVIII ser aislados, escondidos y estudiados con métodos y saberes que se ocuparon de sus cuerpos y sus mentes (psiquiatría, psicología, biología, medicina, etc).

Se creo una disciplina (horarios, comidas, uso del tiempo), se formaron unas categorías, unas enfermedades, unos síntomas, unos tratamientos (antes brutales hoy no tanto), y finalmente hacia el siglo XVIII se los recluyó, a los locos, vagos y degenerados donde antes habían metido a los leprosos.

¿Quiénes quedaron atrapados? Vagos, lisiados, pobres, epilépticos, locos, etc.

Quien se halle bajo tal sometimiento psiquiátrico (hoy con otros matices más peligrosos), se encontrará completamente absorvido en un universo totalmente ininteligible y en medio de una relación de dominio absoluto. Es la capitulación de toda personalidad y todo derecho.

Es un super poder: (ayer poder psiquiátrico hoy poder neurobiológico) impasible, místico, imperturbable, blindado en las ciencias duras, sin posibilidad de contradicción y debate, atiborrado de un lenguaje inexpugnable.

Al menos los presos de las cárceles pueden hacer sus defensas, estudiar la ley, consultar con otros, colaborar en su propia causa, accionar ante los jueces; la ley se lee, se publica y ofrece en las calles; un preso en una cárcel, incluso, puede salir convertido en abogado. 

¿Una persona recluida en una “institución de salud mental” podría hacer igual para participar de su salida a la “normalidad”? Obvio no, pues por necesidad, la relación de dominio entre el médico o terapeuta y el paciente es imponderable e invasiva hasta el último reducto de humanidad.      Es dominio total.

El sujeto “normal” que es investigado, procesado o condenado en el sistema penal posee infranqueables como la palabra, de la cual es agente y titular en todos los escenarios de la actuación. Posee también el silencio, no puede ser jamás aislado, ni amarrado ni su cuerpo fustigado o inyectado.  

En cambio, en el terreno de lo mental cada actuación de los agentes del sistema será intrusiva, íntima, personal y tratará de absorber de usted cada elemento de su propia personalidad[18].  Se encontrará solo y desnudo en un mundo aún más invisible para la sociedad que la cárcel. 

Las noticias sobre estos establecimientos de reclusión son inexistentes; los estrictos dogmas seudocientíficos que deshumanizan y estereotipan a los individuos llevan a muchos a padecimientos insoportables o al suicidio; como siempre, actúan también la falta de preparación humanística y empática de quienes deciden trabajar en el manejo de los “pacientes”; la confianza ciega en un determinismo causalista reduccionista que mantiene la dicotomía loco/cuerdo, enfermo/sano, bueno/malo, innato/adquirido, alma/cuerpo, cerebro/mente.  Normal y anormal.

Inevitable resulta: se trata de un saber (poder) intrincado, inescrutable e insondable que aliena al alienado y lo despoja de toda máscara, mentira, secreto, intimidad y diferencia[19]

“Si ADRIAN RAINE tuviera razón y la imagimática cerebral pudiera predecir la psicopatía, ¿una persona que mostrara esa pauta cerebral podría alegar en su defensa que no es responsable de sus actos? (…) si somos seres neuroquímicos, si todas nuestras acciones y nuestras  intenciones se inscriben en las conexiones neuronales y en los neuromoduladores ¿hasta qué punto podremos ser libres? (..) en los años cincuenta se puso de moda alegar que muchos actos delictivos eran fruto de una infancia llena de privaciones y maltratos. ¿existe una diferencia lógica con alegar “no he sido yo”, sino mis genes hy “no he sido yo” sino mi entorno? Yo creo que no” [20]


[1] La primera fue “Sucedió una noche” con Clark Gable y dirigida por Frank Capra (1934). La tercera fue el silencio de los inocentes (1991).

[2] JACK NICHOLSON como RANDLE MCMURPHY.

[3] LOUISE FLETCHER como MILDRED RATCHED, la enfermera.

[4] Actúan DANY DE VITO, CHRISTOPHER LLOYD, entre otros.

[5] Basada en una novela de KEN KESEY, todo un símbolo de la contracultura.

[6] MILOS FORMAN, checo, ante todo un humanista bajo la cortina de hierro. Parte del despertar de su país en el medio del Stalinismo. El mismo año que obtuvo el Oscar le dieron la ciudadanía norteamericana. Director de AMADEUS (1984).

[7] Basada a su vez en el libro escrito por KEN KESEY publicado en 1962. KESEY es un mito de la “Contracultura”.

[8] La homosexualidad estaba hasta no hace mucho en el Manual de trastornos o enfermedades mentales.

[9] MICHEL FOUCAULT. 1926-1984. Vigilar y castigar, microfísica del poder, el poder psiquiátrico, historia de la sexualidad, historia de la locura en la época clásica, etc.

[10] Categoría que agrupa a filósofos, biólogos, genetistas, ingenieros informáticos, médicos, psiquiatras, etc.

[11] Hay vestigios de trepanaciones en la prehistoria, lo que significa que los hombres siempre han sabido que el cerebro es un órgano del cuerpo.

[12] Una poderosa escena en la que finalmente la implacable y odiosa Ratched acepta una votación para ver un partido. Nadie quería votar, todos estaban sometidos, McMurphy inicia campaña y logra hace que vote el sordomudo indio, pero las votaciones se cierran. Así son las normas, frías. MCMURPHY no se resigna y simula ver el partido, escapa a la trampa de las reglas con la imaginación que siempre es libre. Otra metáfora.

[13] Cucu en el ambiente de San Francisco era droga. Los cucus recuérdese no tienen nido propio, anidan en los de los demás pájaros. Volar sobre el nido del cuco es escapar del hospital, de la locura, del control, del dominio.

[14] McMurphy no era propiamente un ángel de dios; había tenido líos con una menor de edad (estupro dicen en la traducción de la película).

[15] DAVID EAGLEMAN, Incógnito, las vidas secretas del cerebro. Edit. ANAGRAMA, colección compactos, pág. 219. Barcelona 2013.

[16][16] “porque son ellas, esas sombras detrás de los elementos de la causa, las afectivamente juzgadas y castigadas. Juzgadas por el rodeo de las circunstancias atenuantes que hacen entrar en el veredicto no precisamente elementos circunstanciales del acto, sino otra cosa completamente distinta, que no es jurídicamente codificable: el conocimiento del delincuente, la apreciación que se hace de él, lo que puede saberse acerca de las relaciones entre él, su pasado y su delito. Lo que puede esperar de él para el futuro. Juzgadas también por el juego de todas esas nociones que han circulado entre medicina y jurisprudencia desde siglo XIX (los monstruos de la época de Georget, las anomalías psíquicas de la circular Chaumie, los perversos y los inadaptados de los dictámenes periciales contemporáneos) que, con el pretexto de explicar un acto, son modos de calificar a un individuo (…)” MICHEL FOUCAULT, Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisión, editorial siglo XXI editores, pág. 27. Buenos aires, Argentina.

[17] Ibidem, pag 26.

[18] “a pesar del poder explicativo de las neurociencias, sospecho que es mejor dejar muchos de estos juicios al sentido común empírico del sistema judicial por muy imperfecto que pueda ser y por muy influido que pueda estar por la clase, la raza y el sexo”. STEVEN ROSE, tu cerebro mañana, cómo será la mente del futuro. Editorial PAIDOS, pág. 364 y s.s. Barcelona, 2008.

[19] Ibidem, pág. 365.

[20] Steven ROSE, ibidem, pág 363.

4 thoughts on “Alguien voló sobre el nido del cuco

  1. Un riguroso e imbrincado estudio sobre la extraordinaria pelicula desde un enfoque humanista, donde la perspectiva historica de contexto sirven para reindicar el valor del cine como método para comprender la sociedad desde sus reincidentes patologias, estrategias de poder y demas artificios…

  2. Excelente! Se nota el estudio. Se nota que no es un hablador…
    Me hice antisiquiatria. Y la. Película mostrada en todo su esplendor. Buena bandalos… Así es..

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4 thoughts on “Alguien voló sobre el nido del cuco

  1. Un riguroso e imbrincado estudio sobre la extraordinaria pelicula desde un enfoque humanista, donde la perspectiva historica de contexto sirven para reindicar el valor del cine como método para comprender la sociedad desde sus reincidentes patologias, estrategias de poder y demas artificios…

  2. Excelente! Se nota el estudio. Se nota que no es un hablador…
    Me hice antisiquiatria. Y la. Película mostrada en todo su esplendor. Buena bandalos… Así es..

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