Breviario de la violencia política en Colombia
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La violencia en Colombia, como cultura que se expresa en el uso del lenguaje, de resolver nuestras disputas, de hacer televisión y cine, de elaborar nuestro humor y en general, de convivir en sociedad; no tiene una fecha exacta de inicio.
La violencia política
Algunos optimistas consideran que nos encontramos en la cultura de la violencia desde hace cincuenta años, cuando comenzó el actual conflicto armado, del que no existen cifras de cuántos muertos llevamos ya.
Otros, limitan históricamente la violencia al periodo comprendido entre los años 1948 y 1960, cuando seguidores de los dos partidos políticos tradicionales, se dedicaron a despedazarse a machetazos.
Algunos, con visión más histórica, se remontan a la Guerra de los Mil Días, entre 1899 y 1902, la cual –se dice- fue nuestra guerra civil más sanguinaria. En dicho conflicto, nuestros ancestros liberales le declararon la guerra a nuestros ancestros conservadores, obteniendo únicamente el triunfo en el departamento de Panamá, para luego perderlo ridículamente del territorio nacional en 1903. Ya en ésta guerra el país se empobreció agudamente con tantos jóvenes muertos, heridos y lisiados en combate, en incapacidad de desarrollar el agro, las artes y la industria. Miles de hogares aniquilados, más odios y rencores creados para las próximas generaciones, la ruina del fisco y la formación de una cultura política intolerable que claramente se observa hoy en día, fueron otras consecuencias graves para el país.
Otros, “colombianólogos” y “violentólogos”, han retrocedido hasta la Guerra Civil de 1895, cuando a los liberales radicales les desagradó la política centralista del Presidente RAFAEL NÚÑEZ, por lo cual decidieron declarar la guerra, generándose un conflicto de alcance nacional entre estados liberales y estados conservadores. Como casi siempre ha sucedido en nuestra historia, la guerra terminó con la proclamación de una nueva Constitución.
Pero años atrás encontramos mas violencia, como la Guerra Civil de 1876 a 1877, en que nuestros ancestros liberales se mataron entre sí mismos, buscando la unidad –al final pasajera- entre las facciones radical e independiente al seno del partido.
También en la Guerra Civil de 1860 a 1862, el conflicto lo originaron los liberales en contra del gobierno nacional, obviamente contra el gobierno conservador de MARIANO OSPINA RODRIGUEZ, logrando su derrocamiento e imponiendo la Constitución de 1863.
En la Guerra Civil de 1854, una alianza militar de “gólgotas” (facción de liberales y conservadores) derrotó al ejército golpista del general JOSE MARIA MELO.
En cambio, la Guerra Civil de 1851 sí la iniciaron los terratenientes conservadores, opuestos a las reformas liberales de mitad del siglo XIX. El gobierno liberal logró derrotar a la insurrección el mismo año.
La Guerra de los Supremos, entre 1839 y 1841, tuvo su origen en un alzamiento de varios sacerdotes en contra del Congreso laico. Luego, el conflicto tomó la forma de guerra con fuerte matiz político, cuando varios caudillos regionales que pretendían reivindicaciones políticas y económicas, se alzaron contra el gobierno central.
En la Guerra Civil de 1830 a 1831, se enfrentaron los defensores de la dictadura de RAFAEL URDANETA, contra los seguidores del vicepresidente DOMINGO CAICEDO. En 1831 cayó el régimen dictatorial.
Al General SIMON BOLIVAR, luego de habernos dado la independencia del despotismo español, nuestros ancestros lo tildaron de dictador, con ínfulas de emperador. Por tanto, contra su gran figura histórica pero aún viviente, se levantaron insurrecciones que dieron motivo a la Guerra Civil de 1828 a 1829, en la que el rebelde JOSE MARÍA CORDOBA murió de un machetazo propiciado por el comandante irlandés RUPERT HAND, al servicio de El Libertador.
Durante la Patria Boba, entre 1810 y 1819, los centralistas se enfrentaron a los federalistas, cuando todavía no se había librado la célebre Batalla de Boyacá. Es decir, las raíces de la violencia se remontan a la fundación de la «Patria»[1].
No existe explicación única para comprender el fenómeno de la violencia colombiana, ni momento histórico que lo determine con exactitud. La violencia actual se manifiesta en guerrillas, paramilitarismo, poderosos carteles de la droga, delincuencia común y una cultura que llevamos todos, decididamente agresiva. No tiene sentido justificarnos en razones ideológicas (marxismo, bolivarismo, guevarismo, castrismo, leninismo, maoísmo, etc), económicas (redistribución de la riqueza, aguda pobreza), sociológicas (clasismo, injusticia social), políticas (bipartidismo, oligarquía) o hasta genéticas (mezcla de la raza española, con árabe, negro, indígena y mezclas entre las mezclas); cuando de por medio hay secuestros, masacres, minas “quiebra patas”, bombas, carro bombas y violencia…, siempre violencia, que se traduce solamente en muertos.
No solamente la guerrilla y el paramilitarismo son indicativos de la falta de seguridad, soberanía interna y en últimas, de completa debilidad del Estado de Derecho. También lo es –y quizás mas grave- la violencia que hay en nuestras calles.
El costo social que tiene para una sociedad y su Economía la cultura de la violencia (como lo es la pérdida del monopolio del poder, el impacto demográfico, el desplazamiento forzado, la emigración, el debilitamiento de la justicia y las instituciones, la fuga de cerebros y de capitales, y la distorsión de las reglas de juego), aunque resulta incuantificable, afecta la base del mercado[2].
Desde el punto de vista económico, sostiene RESTREPO, que el poder deviene del gasto que cada una de las partes emplea en luchar por ganar la disputa y de la contundencia con la que el aparato militar logra transformar ese gasto en fuerza. Estos gastos no sólo son improductivos sino que deterioran aún más el aparato institucional de la sociedad y generan incentivos adversos a la producción. Agrega RESTREPO, que la viabilidad del sostenimiento financiero, resulta determinante en materia de conflictos internos, ya que si éstos no cuentan con recursos para financiar la guerra, no existe manera de convertirse en una parte en la contienda. En este sentido no es una avaricia inmediata, sino un interés económico estratégico de largo plazo el que guía a las partes en un conflicto social. La incertidumbre y el tiempo complican aún más el panorama[3].
Lo cierto es, que la atomización del poder y por ende, la propagación de la justicia privada, ha generado una desequilibrada concentración de los recursos económicos[4]. Entonces[5], si la Economía de mercado parte de la base de considerar la existencia de un poder estatal monopólico y aceptado por los agentes que acuden al mercado, una sociedad basada en la eficiencia que dependa de la competencia, de la transparencia y del flujo adecuado de la información, y sobre todo, de cuáles son las reglas del juego; entonces en Colombia no se cuentan con los presupuestos básicos de la Economía de mercado, ya que la violencia es la antítesis de dicha Economía, mediante la desconcentración de la seguridad y la soberanía, la concentración de los recursos en pocas manos, la extorsión, el secuestro, el misterio, el terror y la desinformación. Ni siquiera los derechos fundamentales están garantizados más allá del papel.
[1] Véase ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA. Historia extensa de Colombia (41 volúmenes). Bogotá: Ediciones Lerner, 1965-1986. 1986. BARRIOS, LUIS. Historia de Colombia. Quinta edición, Bogotá: Editorial Cultural. 1984. BEDOYA F., VÍCTOR A. Historia de Colombia: independencia y república con bases fundamentales en la colonia. Colección La Salle, Bogotá: Librería Stella. 1944. FORERO, MANUEL JOSÉ. Historia analítica de Colombia desde los orígenes de la independencia nacional. Segunda edición, Bogotá: Librería Voluntad. 1946. GÓMEZ HOYOS, RAFAEL. La independencia de Colombia. Madrid: Editorial Mapfre, Colecciones Mapfre 1492. 1992. GRANADOS, RAFAEL MARÍA. Historia general de Colombia: prehistoria, conquista, colonia, independencia y República. Octava edición, Bogotá: Imprenta Departamental Antonio Nariño. 1978. HERNÁNDEZ DE ALBA, GUILLERMO. Como nació la República de Colombia. Colección Bolsilibros. Bogotá: Academia Colombiana de Historia. 2004. HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, GUILLERMO. De los Chibchas a la colonia y a la república. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Sección de Extensión Cultural. 1949. OCAMPO LÓPEZ, JAVIER. El proceso ideológico de la emancipación en Colombia. Colección La Línea de Horizonte, Bogotá: Editorial Planeta. 1999. RESTREPO, JOSÉ MANUEL. Historia de la revolución de la República de Colombia. Medellín: Editorial Bedout. 1974. RIVADENEIRA VARGAS, ANTONIO JOSÉ. Historia constitucional de Colombia 1510-2000. Tunja: Editorial Bolivariana Internacional. Tercera edición. 2002.
[2] RUBIO, MAURICIO. Los costos de la violencia en Colombia. Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico. Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Programa Paz Pública. Documento de trabajo No. 11. Bogotá, 1997. P.17.
[3] RESTREPO TORRES, JORGE ALBERTO. Análisis económico de conflictos internos. Departamento de Economía, Royal Holloway. Universidad de Londres. 2001.
[4] RUBIO, MAURICIO. Los costos de la violencia… p.17.
[5] El argumento que sigue se basa en MAURICIO RUBIO, “Los costos de la violencia en Colombia”.