Del grupo de 21 víctimas de las Madres de Soacha, Doris era la única que no había encontrado los restos de Óscar, su hijo.

Por Guylaine ROUJOL

“Encontré a mi Oscar!” me escribió Doris a principios de mayo. “Estoy asimilando… Muy contenta”, expresó algunos minutos después, con su hermosa voz profunda y tranquila, en respuesta a mi avalancha de preguntas.

16 años después del asesinato de Óscar Alexander Morales Tejada, el 16 de enero de 2008, por el Batallón de Artillería No.2 La Popa, y luego de luchar varios años para que sacaran su cuerpo del cementerio alterno del Copey, donde yacía juntos a otros 70 cadáveres, Doris e Iván Darío pudieron descansar: encontraron a su hijo Óscar y le van a dar en los próximos días, por fin, digna sepultura.

De los seis hijos que tuvo, 4 niños y 2 niñas, María Doris Tejada ya había vivido una primera tragedia, con la muerte accidental de Nancy, en el año 2000, 24 años, atropellada por un autobús mientras iba a la universidad. 

Ocho años después, desapareció Óscar Alexander, víctima de esas ejecuciones extrajudiciales convertidas en una maquinaria estatal durante la mal nombrada Seguridad Democrática,

del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. 

Óscar fue presentado junto a otros dos hombres, Germán Leal Pérez y Octavio David Bilbao, como “abatidos en combate”, por ser “integrantes de bandas criminales”.

Decenas de cuerpos NN

A diferencia de Nancy, a Oscar no lo habían podido sepultar. Se tenía establecido que Óscar había sido desaparecido en el cementerio alternativo del Copey, pero tenían que desenterrar decenas de cuerpos enterrados allí como NN y realizar identificaciones para encontrarlo.

“Sintiendo muchas cosas…”, siguió Doris, midiendo cada palabra, como si decirlo lo hiciera aún más concreto. “Nos preparamos para el viaje a la identificación” señaló emocionada.

En 2008, cuando las primeras familias de Soacha fueron a recoger a los suyos, la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas -UBPD- no existía. Tampoco el concepto de entrega digna de sus restos. La UBPD realizará la entrega de otras víctimas del Batallón La Popa.

Me entrevisté con Doris por primera vez al final de 2018. Ella me había contado la última vez que había hablado por teléfono con Óscar, a las 23 horas del 31 de diciembre de 2007. Recordaba que “Él, que nunca bebía, ni siquiera una cerveza, estaba borracho y muy triste”. Le contó que estaba en Cúcuta, que esperaba que Dios la protegiera. “Como si se estuviera despidiendo de nosotros” notó ella.

Óscar nunca volvió a contestar su teléfono celular ni a dar señales de vida.

Se había ido de Fusagasugá (Cundinamarca) a los 26 años, el 29 de noviembre de 2007, para visitar a un hermano menor en Cúcuta y quizás, a buscar oportunidades. Había asegurado a sus padres que regresaría en unos días.

Doris terminó aferrándose “a la esperanza de que tal vez se había ido a Venezuela y que estaba trabajando allí”. Ni siquiera presentó una denuncia antes del 2010.

La terrible noticia llegó el 13 de junio de 2011. Fue brutal: “Óscar Alexánder está enterrado en el cementerio del Copey, en el norte del Cesar. Se dice que murió en un combate con militares en una carretera que conduce a El Reposo, en la comuna rural donde fue enterrado”.

De las dos balas que lo mataron pocos días después de su última llamada telefónica, una se quedó en la cabeza, la otra le atravesó la ingle y salió por la espalda.

En 2014, Darío Alfonso Morales y María Doris Tejada, viajaron más de 16 horas en autobús desde Bogotá, hasta El Copey, esperando encontrar los restos de su hijo. Pero por más búsquedas que realizaron, no fue posible encontrar el cadáver.

En 2017 exhumaron un cuerpo y en 2018 otro, pero ninguno de estos correspondía a Óscar, Germán u Octavio, los otros dos jóvenes asesinados con él.

Me mantuve en contacto con Doris, dándonos noticias de vez en cuando, encontrándonos en Bogotá, con otras madres de Soacha, del grupo Mafapo que permitió que el escándalo saliera a la luz pública, hasta febrero de 2021, cuando la Jurisdicción Especial para la Paz – JEP – reveló que fueron al menos 6 402 falsos positivos entre los años 2002 y 2008. Una cifra que aportará todo su peso en la lucha contra el negacionismo estatal.

“La JEP fue un apoyo inmenso en esta búsqueda”

El 23 de junio de 2023, Doris e Iván Darío asistieron en Valledupar a una audiencia de la JEP de seguimiento a las medidas cautelares sobre el cementerio alterno, decisión tomada tres años atrás por el riesgo que corrían las estructuras óseas existentes en este lugar. 

De hecho, el alcalde del Copey estaba “abriendo fosas e iniciando obras en el cementerio alterno de ese municipio, para enterrar a personas fallecidas por Covid 19, sin atender las alarmas de presencia en el terreno de restos de presuntas víctimas de homicidio y desaparición forzada”, como lo denunció la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ).

Allí, Oscar Giovanni Ramírez, abogado de la CCJ, ONG que defendió el caso, ha venido acompañando a la familia en esta búsqueda, y lo seguirá haciendo para que se aclare quienes fueron todos los responsables de este crimen. 

Ramírez había reiterado sus reivindicaciones: “¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Como se encubrió el hecho? ¿Cuál fue la historia que le vendieron al país?”.

Aunque al principio Doris no confiara en la JEP, hoy afirma con convicción “que fue un apoyo inmenso, acompañándonos en esta búsqueda”.

Por su lado, Darío Morales, el padre de Óscar, expresó que durante 15 años se encontró con muchos tropiezos. Y que “uno de ellos fue la misma Fiscalía, que fue como un cómplice, un aliado con el ejército” por juzgar a su hijo y a tantas otras víctimas. 

“Hay muchos batallones que hicieron lo mismo, y la Fiscalía no hizo nada. Enterraron a nuestros hijos como perros y juzgaron a nuestras víctimas de antemano, aliándose a los criminales.” Por el contrario, manifiesta su gratitud hacia el trabajo de la Unidad de búsqueda (UBPD) que “buscó a nuestros hijos con este compromiso por la verdad”, subrayando que “esto es un ejemplo” y deseando que “ojalá la tomen en cuenta todas las instituciones del mundo para buscar paz. La verdad repara, cual sea.”

“Las víctimas del Copey están haciendo cola para la investigación de su entidad”

Darío Morales temía morirse sin poder darle sepultura a su hijo. “Las víctimas del Copey están haciendo cola para la investigación de su entidad”, se lamentaba. A lo que Jairo Acosta Aristizábal, el procurador delegado ante la JEP, confirmó en esta misma audiencia: “No estamos haciendo las cosas bien. Las víctimas se están muriendo, se están desgastando en estos procesos de búsqueda sin que oportunamente les estemos entregando unos resultados”. 

Por su parte, Carlos Antonio Murillo, subdirector de Servicios Forenses, recordó durante la audiencia que el Instituto de Medicina Legal no administra los cementerios y que en algunos sitios los cadáveres han sido alterados. 

Los laboratorios de la Fiscalía, de la policía y de Medicina Legal están colapsados de cuerpos. “Ya no tenemos donde guardar uno mas. Y no queremos que se sigan perdiendo cuerpos en los cementerios. Debe haber una política para que se les exija a los municipios tener estos centros con estos cuerpos en esta condición de no identificar preservados adecuadamente con un enfoque de memoria.”

El caso de Óscar Alexánder Tejada ya está resuelto en cuanto a su identificación. Con este cuerpo, del grupo conocido como el de las Madres de Soacha y Bogotá, todos los jóvenes asesinados han sido identificados y remitidos a su familia.

¿Cuántas familias siguen esperando en Colombia esa misma llamada que recibieron hace algunos días Darío y Doris? ¿Cuántas ignoran todavía el paradero de sus seres queridos?