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Veganismo y cambio climático

Veganismo y cambio climático

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Este sábado el reconocido filósofo Peter Singer publicó en el New York Times, una columna sobre el impacto del consumo de carne y derivados de animales, y su relación con el cambio climático.

El australiano, que también es autor en Bandalos, confesó que su decisión en 1970 de dejar de comer carne, no la hizo para salvar la Tierra, sino porque se dio cuenta de que no hay justificación ética para tratar a los animales como máquinas para convertir alimentos en carne, leche y huevos. En su opinión, es incorrecto ignorar o descartar los intereses de los seres conscientes porque no son miembros de nuestra especie.

Singer sostiene que las corporaciones gigantes de agronegocios continúan criando animales sin tener en cuenta su bienestar. Un ejemplo es que nunca permiten que los cerdos o los pollos caminen afuera, amontonan a las gallinas que ponen huevos en jaulas que les impiden estirar las alas y crían pollos para que crezcan tan rápido.

Para Singer, la única salida contra este biocidio es boicotear el monstruoso abuso a miles de millones de animales, dejando de consumir carne, porque además, es gigantesca la contribución de la carne y los productos lácteos al cambio climático. 

Sin embargo, para Singer no necesitamos ser de línea dura respecto a evitar todos los productos de origen animal. Si todos eligieran alimentos de origen vegetal solo para la mitad de sus comidas, tendríamos menos animales sufriendo y tendríamos una oportunidad mucho mejor de evitar las consecuencias más nefastas del cambio climático.

El impacto al medio ambiente consiste en que la producción de carne y lácteos son fuentes importantes de metano, un poderoso gas de efecto invernadero. Según investigaciones que aporta el filósofo, la liberación a la atmósfera de una tonelada de metano elevará, en un siglo, la temperatura de nuestro planeta 28 veces más que la liberación de una tonelada de dióxido de carbono. Eso sería bastante malo, pero el impacto es aún más desigual a corto plazo: debido a que el metano se descompone mucho más rápido que el dióxido de carbono, durante 20 años, esa tonelada calentará el planeta tanto como 84 toneladas de dióxido de carbono.

En su columna del New York Times, señala que ya es demasiado tarde para evitar que el cambio climático transforme irreversiblemente los ecosistemas, causando una pérdida inmensa de biodiversidad, inundando regiones costeras bajas y destruyendo los medios de subsistencia de muchos que dependen de patrones de lluvia estables. Esos 20 años son aproximadamente el tiempo que nos queda para evitar un cambio mucho más devastador.

Singer agrega que es cierto que frenar el cambio climático sería mucho más fácil, y más justo, si los gobiernos gravaran los productos animales en proporción al daño que causan al clima. Pero en ausencia de impuestos sobre la carne y los lácteos, el poder recae en quienes consumen productos animales y en las instituciones que nos proporcionan alimentos a muchos de nosotros.

Ya desde la década de 1970, Singer viene sosteniendo que el cambio climático no es la única razón para dejar de comer animales. El 40% de la tala y quema de bosques tropicales es para crear pastos para el pastoreo de ganado, el mayor impulsor de la deforestación de la Amazonía brasileña. Además de las emisiones sustanciales de carbono, la destrucción de los bosques tropicales amenaza con extinciones masivas, incluida la pérdida de especies aún no registradas. Gran parte del resto de la tierra despejada se utiliza para cultivar soja, más de las tres cuartas partes de la cual se alimentará a los animales para la producción de carne y lácteos, un proceso que desperdicia la mayor parte del valor alimentario de la cosecha.

Ahora hay 1,3 millones de veganos en Gran Bretaña y para los Estados Unidos se estima que la proporción de veganos en la población oscila entre el 0,5 y el 6 por ciento. Los alimentos veganos, claramente etiquetados, se encuentran en muchos supermercados y en los menús de muchos restaurantes.

Coincidimos con Singer, en que la forma más fácil de contribuir a la solución del calentamiento global, es reducir radicalmente el consumo de carnes y lácteos, hasta su supresión total.

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